Odiaba El Momento Aplauso

Odiaba el momento aplauso.

 

Se supone que es el momento más especial.

 

Se supone que es el momento en el que reconocen tu trabajo.

 

El público con su aplauso te agradece,

te felicita,

se comunica contigo,

y la verdad es que yo hasta hace unos años siempre los he odiado.

 

Y me sentía un bicho verde por ello.

 

¿No se supone que es lo que quiero?

 

Quiero decir:

 

Que me agradezcan mi trabajo.

Que me feliciten por ello.

Que se comuniquen conmigo.

Que me reconozcan.

Que me miren.

 

Y es que, oh, sorpresa:

 

Una se sube a un escenario a que le miren,

¿A qué si no?

Quien te diga lo contrario, miente como un bellaco.

Eso es así.

 

En fin,

Sigo.

 

El caso es que yo odiaba los aplausos.

Tanto, que me enfadaba con el público.

 

¿Pero a mi que coño me pasa?

 

Total:

 

Descubrí con el tiempo que me escondía detrás del personaje.

Que el personaje era una máscara para mí.

Que no tenia las narices de contar mi verdad,

Que no tenía ni la suficiente humildad,

Ni la suficiente honestidad,

Ni el suficiente coraje como para desnudarme por dentro delante del público.

 

Es decir: de mostrarme.

 

¿Y si no te muestras tú como te van a mirar a ti?

 

Hice de la mentira mi profesión.

Y entonces llegaba el aplauso y yo pensaba,

¡Pringao! ¿A qué aplaudes? ¡Si te he mentido!

Esa no soy yo.

Y me cabreaba.

Mucho.

 

Obvio, descubrir esto no fue un sueño revelador ni me iluminé ni na de na.

No fue así.

Es más simple:

Trabajé en mi.

Tan sólo eso. Todo eso.

 

Con ayuda.

 

Y entonces me di cuenta de que la única forma de conectar con el público era SER.

Tener las narices de contar mi verdad.

 

Con humildad.

Con honestidad.

Con coraje.

Y lo hice.

 

Antes era consciente de que como actriz podía dar mucho más de lo que estaba dando.

El público aplaudía.

Yo me cabreaba.

 

Ahora tengo la honestidad, la humildad y el coraje de mostrarme yo a través de un personaje.

 

Esto tiene dos consecuencias:

1. Soy una actriz cojojuda.

2. Disfruto los aplausos como una enana.

Y además enseño a otros a que lo hagan.

 

Es mi trabajo, y me flipa.

En serio.

 

A ver, pa los del fondo:

 

La única forma de que estés 100% satisfecho contigo mismo encima de un escenario.

De que te aplaudan a ti.

De que te reconozcan a ti.

Es que te muestres tú.

Sin trampa ni cartón.

 

 

 

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Feliz día.

 

Silvia

 

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